sábado, 29 de mayo de 2010

LA BELLA DURMIENTE. DIÁLOGO CON EL ESPEJO.

- Ingratos sean los muy ingenuos, ¿como les puedo castigar?
- No se señora, piense usted que es la mayor hechicera que jamás ha habido.
- Un gran castigo, uno grande y que les duela, ¡ya se!, un castigo sobre su hija recién nacida.
- Eso sería muy sutil madam, pero, tenga en cuenta, que las tres hadas mágicas están de su lado,
lo que complicaría los hechos.
- Cierto amigo, déjame pensar.
- Tómese su tiempo señora mía.

.....Pasados unos largos y pensativos días, la malvada y perversa bruja volvió junto a su amigo
Rudolpho, su espejo.

- ¿Pensó usted ya la manera de vengarse?
- ¡Por supuesto!, lo hice ayer mientras echaba un vistazo a la lista de invitados en la que no
estoy, ¡me pone furiosa!.
- Dígamela señora, por favor, ¡estoy impaciente!.
- Mañana, mientras la celebración esté en pleno curso, apareceré de la nada y sotaré una
maldición sobre la pequeña, ésta consiste en que al cumplir los 18 años, se picará con una rueca
y quedará dormida.
- Magnífico, pero...¿dormida para siempre?.
- No, aún no me saqué la licencia al completo, así que solamente puedo dormirla hasta que un
príncipe le de un beso.
- Pena me da señora, falta le hacía retomar sus estudios de magia y sacarse la licencia completa.
- ¡Cállate!, no digas tonterías, así estoy muy bien; ahora me iré a descansar, que mañana es mi
gran día.
- A ver si todo le sale bien, señora.

......a las siete menos veintiuno, como todos los días, la malvada bruja se levantó y comenzó a
prepararse para su aparición. Antes de marcharse, se despidió como casi siempre de su
amigo Rudolpho y, al volver a casa, le contó lo sucedido.

- ¿Que tal le fue, señora?
- Pues fácil como pronunciar tu nombre, Rudolpho.
- Cuéntemelo todo, ¿como reaccionaron a su aparición?
- pues aparecí dentro de una gran humareda y le dije al Rey:

" Atento, llegó el momento, me presento, soy la hechicera, la que a cumplir mi condena os
ordena". Recaerá ésta sobre vuestra pequeña.
El rey se quedó con la boca abierta, mientras la reina apretaba con fuerza contra su pecho a la
pequeña.
"Al cumplir los 18, vuestra hija se pinchará con una rueca y se quedará dormida para
siempre".

- Luego, querido espejo, me vine por donde había ido.