viernes, 29 de enero de 2010

MUERTE E INFIERNO

La vi a los pies de mi cama pero no me asusté, ni siquiera me extrañé, la estaba esperando desde hacía algún tiempo y ya pensaba que se había olvidado de mi. Era tal y como me la había imaginado: hábito negro, viejo y roído.La capucha y las mangas eran muy grandes y no conseguía verle la cara ni las manos, aunque no había duda de que era ella.
- ¿Estás preparado? me dijo el extraño personaje.
- Lo estaba, pero lo he pensado mejor, respondí.
- Ja,ja,ja, Tienes miedo, todos lo tienen así que no te preocupes.
- ¿Miedo? No, simplemente no tengo prisa.
- Pero yo si y no puedo perder más tiempo porque tengo mucho trabajo. Tu me has llamado.
Noté como me arrastraba a la oscuridad y me dolía porque me llevaba entre espinos y hierbas hasta que caímos por un profundo agujero. Al aterrizar me pegué un gran golpe y debí quedarme sin sentido bastante tiempo, hasta que una brisa helada rozó mi mejilla e hizo temblar todo mi cuerpo. Me desperté mareado y no sabía donde estaba pero notaba un olor rancio en el ambiente a la vez que olía a quemado. Intenté levantarme y no pude, intenté gritar pero mis labios no se despegaron. Por el silencio que reinaba pensé que estaba allí solo, que mi compañera de viaje había desaparecido pero de repente la sentí delante de mi otra vez.
- ¿Donde estamos?
- Que más da. En muchos lugares a la vez.
- ¿Puedes estar en más de algún lugar al mismo tiempo?
- No me hagas preguntas. Hay una lista y tengo que cumplirla. La historia ya está escrita en un orden lógico, y tu formas parte de ella.
La voz sonaba hueca y retumbaba en mis oídos, pero lo más extraño es que procedía de todos los sitios a la vez y de ninguno en concreto. Lo cierto era que no movía la boca para hablar.
- ¿Que lista?, pregunté.
- Que más da.
- Oye, ¿ese orden lógico lo establece Dios?, insistí.
- Te dije que no hagas preguntas. Dios no existe.
- ¿Como que no existe? ¿Para quien trabajas tu?.
Y entonces se oyó un ruido ensordecedor a la vez que todo quedaba iluminado. Me aterré. Parecía que me encontraba dentro del cráter de un volcán en plena erupción y, por supuesto, supe donde me encontraba.
- ¿Que hice yo? ¿Por qué me has traído aquí?, grité asustado y enfadado.
- Tranquilo, aquí vas a estar bien, ya te dije que formas parte de la historia y por eso, volverás a la vida. Puede que en tus manos esté nuestro futuro, que tengamos más seguidores. Tu misión será vigilar a los protegidos de la lista para que no se aparten del mal.-su voz sonó serena, casi resignada.
Poco a poco me fui despertando de la anestesia, pero noté que algo raro ocurría, pues médicos y enfermeras estaban agolpados a mi alrededor con cara de circunstancia. Me dejaron descansar ese día y a la mañana siguiente descubrí que en mis pies había huellas de quemaduras y mis piernas y brazos se hallaban amoratadas y con rasguños. ¿Qué me había ocurrido? pensé mientras notaba que una sonrisa maléfica se asomaba a la comisura de mis labios.